
Actualmente, la organización trabaja en Villa Evita, que queda detrás de la fábrica de los hermanos Materia. Allí, está funcionando una escuelita de fútbol y apoyo escolar, para todos los niños de la Villa.
¿Pero qué le importa a un chico el diptongo si no tiene para comer? ¿Cuántos goles puede meter un niño si su dieta es a base de hidratos de carbono?
Mientras nosotros realizábamos con buena fe nuestras tareas solidarias, aparecían en la Villa 18 casos de niños con bajo peso crónico, léase, desnutrición.
Ya el año pasado, la organización había realizado una denuncia al Defensor del Pueblo por la emergencia nutricional y la inasistencia por parte del Estado en este lugar, bajo el lema de la campaña HAMBRE NO. Esta denuncia coincidió con la campaña electoral del actual intendente de la ciudad, por lo que causó un gran revuelo y disparó varias promesas. Y allí estábamos nosotros, otra vez, con los 18 casos CERTIFICADOS de chicos con bajo peso crónico, o como lo llamaban en la Salita, chicos “flaquitos por herencia”. La solución de la Salita Municipal era, entre otras barbaridades, hacerle caso a Pancho y comprar Actimel. Interesante...
Así fue como decidimos diseñar un nuevo plan de lucha: la campaña HAMBRE NO (¿suena familiar?).
Como primera medida, se organizaron reuniones con el Secretario de Salud, Dr. Ferro, y la Secretaria de Desarrollo Social, María del Carmen Viñas, quien nos felicitó por nuestra fuerza y nuestro empeño en reclamar la asistencia a las familias de Villa Evita. Pero guarda, porque ella se comprometió a reunirse con Fulano y con Mengano, y decirle Fulano que llame a Minguito y bla, bla. Y así pasaba el tiempo, con los chicos comiendo arroz (los que lo tenían) y los dirigentes haciendo reuniones y reuniéndose sin reunir ninguna solución.
Agotando todas las vías pacíficas, por llamarlas de alguna forma, decidimos hacer una protesta muy original frente a la municipalidad. Varios de los Jóvenes Solidarios nos disfrazamos de ñoquis (sisi, NOS disfrazamos) y flameamos la bandera de “EN LA MUNICIPALIDAD, TODOS LOS DIAS ES 29”. Acompañamos a las madres de la Villa, quienes mostraban los carteles de HAMBRE NO y un excepcional “VIÑAS-FERRO, NOS ENCANTA HACER SU TRABAJO” y otro que acusaba INACCIÓN MARPLATENSE.
Luego de hacer un poco de lío, bajaron algunos ñoquis municipales y prometieron una visita a la Villa. Esta vez, fueron, con el mismísimo Secretario de Salud. ¿Misión cumplida? Bueno, es un poco más complicado que eso…
En primera instancia, decidieron realizar controles de talla y peso, “para luego ver qué hacemos”, con el objeto de afrontar la problemática y “no tapar el sol con las manos”. La semana siguiente, haciendo zapping, me cruzo con el sensacionalista Teleocho Informa haciéndole una nota al Dr. Ferro en Villa Evita, bajo el marco de una Campaña de Vacunación para niños y adultos, y una “castrada masiva” a los animales de la Villa. Me quedé escuchando a Mr. Ferro y allí estaba, allí lo escuché diciendo que “de los 18 casos denunciados de bajo peso crónico, solo se comprobaron 5; que tal emergencia nutricional no existe y que la asistencia alimentaria llegará a las familias siempre y cuando la asistente social de la Salita lo considerase.”
Es decir, para ponerlo en otras palabras, el municipio, a través de la Salita, certificó 18 casos de bajo peso crónico y el mismo municipio sólo pudo comprobar 5. Hay algo que no cierra. Quizás en 15 días los nenes aumentaron 2 kilos. O quizás, se decidió tapar el sol con las manos.
Lo más triste de todo es que esto no es noticia nueva. Sin embargo, me gustó la idea de exponerlo porque lo viví de cerca. La verdad es que me indigna mucho la subestimación que recibe la gente de la Villa por ser tan solo eso: gente de la Villa. Pesarlos con ropa y zapatillas para que tengan uno o dos kilos de más es jugar con su ignorancia, cuando en vez de eso se pueden proponer políticas de asistencia para mejorar la situación barrial, y cuando se habla de políticas de asistencia, no se hace referencia a un Plan Jefes y Jefas o similar, porque si nuestros dirigentes se tomaran cinco minutos para dialogar con las madres, se darían cuenta de que lo que reclaman es trabajo. Hay demasiado prejuicio dando vuelta y demasiadas pocas ganas de hacer las cosas bien, lo que, para mí, es una mezcla fatal…
Cordiales saludos,
C.