El mundo cambia, eso es cosa de todos los días. La historia nos consume y el presente se esfuma. El mundo se polariza, la sociedad también. Las distancias se han acortado (gracias a la tecnología, el avance en las comunicaciones y el transporte). Los viajes han aumentado. Día a día se mueven enormes masas de población a lo largo del globo. Los viajes como empresas de no retorno también han aumentado. La inmigración es un tema que preocupa. Trataremos a lo largo del presente post de brindar algunas luces sobre aquello que está pasando.
Si bien los pueblos siempre viajaron y la población constantemente se trasladaba, la inmigración como un fenómeno social de una magnitud considerable apareció recién en el siglo XIX. La revolución industrial, el vapor y los ferrocarriles fueron los elementos que posibilitaron esos movimientos a grandes distancias. Las grandes crisis europeas (por ejemplo, la de 1873) fueron factores de expulsión de poblaciones y familias que se encontraban en la miseria. Al mismo tiempo, otros factores, éstos de atracción, como las condiciones económicas favorables de los países de acogida, las cadenas y redes de personas y solidaridades en la que la información era la llave de mano para la instalación de las familias, contribuyeron a ello. Muchos de los países del mundo, pero sobre todo aquellos países de América fueron los que recogieron la mayor parte de ese grueso poblacional en movimiento. Estados Unidos, Brasil y
¿Qué paralelo podemos trazar entre esos movimientos de mediados del siglo XIX y principios del XX y las actuales corrientes migratorias? Hoy en día la gente se sigue moviendo por el mundo; turismo, viajeros, mochilas, valijas, etc. Sin embargo, muchas otras personas no deciden viajar por placer, sino que las circunstancias los llevan a ello. Los desplazamientos de población pueden ser de dos tipos: están los que ocurren en masa (cual éxodo) y que muchas veces tiene que ver con guerras civiles, conflictos entre estados, epidemias, etc., que ocasionan refugiados de un país en otro; y están aquellos que se hacen voluntariamente, que tienen que ver con huir del país buscando un porvenir mejor, un salida a la terrible realidad que los aqueja, tal es el caso de la inmigración actual y sobre todo la inmigración africana hacia Europa.
Europa se ha cerrado sobre sí. Si bien antes Europa se lanzó a descubrir elmundo, ahora la utopía se agotó. La aventura moderna, como la califica Bauman, llego a su fin. Ahora tienen un continente fortaleza con fronteras establecidas y vigiladas. Con leyes firmes que no permiten el ingreso de personas al continente, que los expulsan si irrumpen el orden (una nueva ley de residencia). Entonces se generan preocupaciones encontradas. Están aquellos que firmemente se muestran intolerantes frente al extranjero y están aquellos que intentan bregar por la tolerancia y el multiculturalismo (parafraseando a un prof. de
Más aún estas miserias humanas, estos miedos son moneda corriente y no sólo en Europa. Europa sancionó una nueva ley inmigratoria pero mismo en nuestro continente también reflejamos esos rasgos europeos que ya son tendencias globales. Ahora que de nuevo están de moda los muros (no precisamente el de Marley) parece ser que la tendencia es “aislarse”. Pensemos en el muro de Israel / Palestina, en el de la frontera EEUU / México, o en alguno futuro entre la capital federal y el conurbano. La suma de los males se condensa del otro lado. Delincuencia, drogas, enfermedades, pobreza. Lo vemos en expresiones cotidianas: “Esos que vienen a sacarle el trabajo a los argentinos”. Siempre está afuera. Falta análisis muchach@s y sobre todo estructural. Antes las élites que dieron forma a nuestras naciones eran consientes de la necesidad del extranjero, de la necesidad del otro para poblar y civilizar nuestros desiertos. Ahora levantan muros, endilgan los males a los otros, ghettizan la sociedad. Y no sólo lo hacen ellos, lo incorporamos a nuestras formas de obrar y pensar. ¿Total en el country qué me puede pasar? Por si las dudas gente, no compren casa en el Carmel.
Cordiales saludos,
B.